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The clinic: la prensa satírica de Chile (página 2)




Enviado por Pa�l Alonso



Partes: 1, 2

Al año siguiente, Pinochet sería arrestado. El
ex-dictador no era inmune. De pronto, se oyeron nuevas voces.

El absurdo se toma en
serio

Tras sus primeros y caóticos ocho números,
Patricio Fernández formó una sociedad con
el empresario
Pablo Dittborn. Cada uno invirtió un millón de
pesos (alrededor de 1.500 dólares) y emprendieron la
edición
quincenal de The Clinic, a 12
páginas hechas en una computadora
personal y con
un tiraje de 10 mil ejemplares que se vendían en
kioscos. 

Fernández recuerda que todo número era el
último: "Nos pusimos a hacer lo que nos daba la gana, con
la irresponsabilidad del que no quiere llegar a ningún
lado". Esta irresponsabilidad comercial, sin embargo, fue
reivindicada por una nueva manera de hacer periodismo,
heredera de la prensa
satírica chilena. "Las secciones se nos fueron ocurriendo
y tuvieron éxito.
The Clinic ha sido un caos que
encontró su propia organización", asegura el
director. 

Mientras que la prensa hegemónica seguía una
línea conservadora y buena parte de ella era aún de
tendencia pinochetista, The Clinic se
dedicó a dar una nueva interpretación a las noticias. Les
daban la vuelta con humor feroz, las volvían
ficción con la intención de decir mejor la
verdad. Al mismo tiempo,
convocó a colaboradores procedentes del ámbito de
la cultura y de
las letras, como el poeta Nicanor Parra, escritores como Pedro
Lemebel y el desaparecido Roberto Bolaño, y una variedad
de artistas plásticos
del medio local.

A la vez, tenían colaboradores
secretos
. Varios periodistas de la prensa
hegemónica colaboraban con The
Clinic
, ya sea filtrando información que no se publicaba en sus
medios o
publicándola de manera anónima o con
seudónimo. Esto les permitía tener
información exclusiva que les ayudaba a perfilar una
línea diferente.

Sin embargo, su prestigio e importancia esencial estaban
basados en su falta de respeto a los
viejos fantasmas.
The Clinic explotó la figura de
Pinochet para hacer burla de él hasta las últimas
consecuencias. Desde su arresto, Pinochet había vuelto a
ser noticia en el medio internacional. Según un estudio
citado por Juan Jacobo Velasco sobre la presencia de Pinochet en
The New York Times, el ex-dictador
había acaparado más atención que en toda su trayectoria
política.
Sin embargo, mientras buena parte de los medios internacionales
lo condenaba como un dictador que rompió la
constitucionalidad y cometió violaciones contra los
derechos
humanos, en Chile se le trataba con timidez y con un lenguaje lleno
de eufemismos: "Allí donde en el exterior y en privado se
dice dictador, en la prensa chilena aparece general en retiro.
Allí donde se habla de dictadura, se
cambia por régimen militar. Y en donde se acusa de
crímenes de lesa humanidad, asesinatos y torturas, en el
establishment comunicacional se habla de procesos",
escribe Velasco. 

Y es que esos medios de
comunicación eran los mismos que habían podido
sobrevivir durante la dictadura gracias a sus vínculos y
cercanía con el poder, lo que
los convirtió en aliados oficialistas. De ahí que
durante los últimos años hayan aparecido casos de
mea culpa, en los cuales los periodistas
chilenos pedían perdón a la sociedad por no haber
cuestionado ni investigado más las violaciones a los
derechos humanos.
Uno de los casos más sonados fue el de María
Angélica de Luigi, periodista de El
Mercurio
durante los años 80 (The
Clinic
, noviembre, 2004).

En este sentido, la nueva generación del The
Clinic
rompió con cualquier tipo de
tabú en el tratamiento de noticias, mientras que la
sociedad chilena, parafraseando a Ariel Dorfman, exorcizaba a sus
muertos. The Clinic fue una terapia brutal
e hilarante que comenzó a curar las heridas desmitificando
todo símbolo del antiguo régimen.

Pero también The Clinic se dio
cuenta de que Pinochet no sería eterno como noticia.
Había que mirar alrededor y enfrentar una nueva realidad
democrática que distaba mucho de ser perfecta. Por eso,
también desafiaron a las figuras que ostentaban el poder
en el nuevo periodo, desde personajes de la política
(especialmente de la UDI, el partido de la derecha chilena) y
empresarios hasta la farándula. De afinidades palpables
con la izquierda chilena, el Clinic
tampoco ha dudado en hacer mofa de personajes allegados al
gobierno del
presidente Ricardo Lagos, del cual se dice que en algún
momento apoyó la publicación. La gente de
The Clinic se dio cuenta de que más
allá de la figura de Pinochet, "en Chile, como en todo
país, había absurdos permanentes". Captar ese
absurdo se volvió la
noticia.                  

La broma inteligente se
vuelve un éxito

The Clinic es actualmente la revista
más leída de Chile. De los 70 mil ejemplares que
imprimen quincenalmente se venden al menos 50 mil. Es
además un caso muy particular dentro de las empresas
periodísticas, pues es una de las pocas que sobrevive
gracias a las ventas (su
precio es
accesible, 500 pesos, alrededor de un dólar).

Debido a su carácter radical, The
Clinic
mantuvo por un buen tiempo a la publicidad
alejada de sus páginas, pero esta situación ha ido
cambiando. "El mercado de
lectores es grande. Esto le muestra a cierto
tipo de empresas que es un buen espacio para hacer publicidad",
dice Patricio Fernández. "Las compañías
conocen la línea editorial del periódico
y no se meten con el contenido. Saben que no aceptaríamos
presiones".

En la actualidad, cada número de The
Clinic
sale a 40 páginas, excepto por las
ediciones especiales que suelen tener 76 páginas. La
versión on line es reciente -noviembre, 2004,
(www.theclinic.cl)- y el equipo de reporteros sigue
manteniéndose bastante básico. Cuatro editores
supervisan a un grupo de
alrededor de 10 practicantes, a quienes no se les paga, pero se
les permite firmar sus notas. Para los directivos, The
Clinic
también se está convirtiendo en
un espacio importante de formación para la nueva
generación de periodistas.

Las portadas de The Clinic son, sin
duda, una de sus armas
principales. A color y con la
ayuda de Photoshop,
estas páginas tienden a producir un impacto inmediato. El
uso de un lenguaje coloquial, cotidiano y efectivo se vuelve
indispensable para construir la idea.

De la misma manera, es famosa también su sección
de titulares de ficción y The Clinic
Interview
, entrevistas
que han sido recogidas en una antología publicada en el
2003. Además de la publicación de las tradicionales
Cartas al
Editor y el editorial salido de la picante pluma del Pato
Fernández, son recurrentes Quinta de Recreo (análisis de la quincena noticiosa),
Historia Nacional
de la Infamia (recuento descarnado y crítico de momentos
históricos de Chile), La Carne (columna desprejuiciada y
coloquial sobre sexo), Caldo
de Cultivo (sección de reseñas y comentarios del
mundo cultural) y Los 100 personajes menos influyentes de
Chile.

También hay en cada número un promedio de cuatro
artículos de fondo, propuestas cada vez más
logradas de periodismo de investigación. En estos textos suelen
tratarse temas de actualidad política y escándalos
sociales, pero también hay una determinación por no
perder de vista el pasado dictatorial de Chile. De ahí que
se publiquen textos como la entrevista
a Manuel Contreras (el temido ex-director de la DINA, servicio de
inteligencia
chileno en la dictadura); una conversación con Alberto
Cardemil (ex -subsecretario del Interior del régimen
militar), investigación a Iván Moreira
(político de la UDI y defensor de Pinochet) y una serie de
crónicas y columnas de opinión en las que se hace
hincapié incansablemente para no permitir la impunidad ni
el olvido.

Lo alternativo pelea
por el centro

The Clinic ha renovado la prensa
chilena y desde sus inicios ha cuestionado cualquier
noción estática
de "periodismo cultural" o "prensa alternativa". Para su
fundador, todo está interconectado: el periodismo, la
política, la cultura, el entretenimiento, el deporte, el humor. "The
Clinic
buscó interrelacionar estos conceptos
desde un punto de vista diferente y creativo", afirma
Fernández.

De alguna manera The Clinic es la otra
prensa a diferencia, por ejemplo, del hegemónico
El Mercurio. Pero hay algunas precisiones
que podríamos sugerir antes de considerarlo como un medio
alternativo que se posiciona contra el mainstream dando manotazos
de ahogado a ese monstruo que llamamos concentración de
medios.

Primera precisión: The Clinic no
nació con la aspiración de ser un medio influyente
y exitoso que pudiera competir en términos editoriales con
las grandes empresas periodísticas. Esto fue la
consecuencia de haber tenido la sensibilidad de captar, a
través de sus historias y ficciones, las contradicciones
de la sociedad chilena y responder a una necesidad contextual y
urgente: aprovechar la captura de Pinochet para exorcizar el
terror de la dictadura militar en el periodo apático de la
transición democrática. En sus inicios, no
intentó más que ser una broma. En el camino
logró organizarse espontáneamente.

Segundo, si bien es cierto que The
Clinic
es una publicación cuyo slogan es
firme junto al pueblo, le habla al
ciudadano de a pie y usa el lenguaje
coloquial del chileno común, no es un producto
espontáneo que surja de la imaginación popular. Es
una creación de cierta elite cultural, letrada y
cosmopolita, como la mayoría de publicaciones que se
pueden considerar alternativas en Latinoamérica, que tienen periodicidad y
que llegan a dejar rastro. En el caso de la prensa escrita, las
reacciones alternativas -principalmente en sociedades
elitistas, con grandes índices de analfabetismo
y con poco acceso a círculos de poder- están
limitadas a nuevas generaciones de periodistas e intelectuales,
que pueden conseguir los medios para financiar proyectos
editoriales aunque estos sean de bajo presupuesto.

En tercer lugar, The Clinic es una
propuesta que, tras el éxito, quiere luchar por la
hegemonía. Recién hace un año se puede decir
que se ha consolidado y ha asegurado su permanencia en el mercado
de los medios chilenos y una de las primeras determinaciones que
ha tomado es seguir creciendo, profesionalizarse. Según el
director del quincenario, el problema de la publicación en
considerarse "alternativa" o "marginal" está relacionado
con el lugar de enunciación de esos conceptos. "Hay que
tener cuidado con lo que pueden implicar", dice Fernández.
"El que dice que algo es alternativo o marginal suele
establecerse en el centro. The Clinic
quiere concursar por el centro, quiere transformar ese
centro".

De hecho, The Clinic ya ha transformado
en buena medida ese espacio tan reñido que tiene que ver
con la audiencia a la que llega y con las reacciones que provoca.
En fin, con el poder. Y sus metas son aún más
ambiciosas. Un poco en broma, un poco en serio, el director
sueña conque algún día el poderoso
El Mercurio sea un suplemento de
The Clinic. "Un suplemento
humorístico, claro", agrega.

 

 

 

 

Autor:

Paúl Alonso

Peruano, periodista y escritor,
actualmente cursa una doble maestría de Periodismo y
Estudios Latinoamericanos en la Universidad de
Texas, Austin, y trabaja en el Knight Center for Journalism in
the Americas.

Revista Chasqui
Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para

América Latina (CIESPAL)
Email: chasqui[arroba]ciespal.net     
info[arroba]ciespal.net
Weblog: www.revistachasqui.blogspot.com
Web:
www.chasqui.comunica.org
Web institucional: www.ciespal.net
Quito –
ECUADOR

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